El tendedero

jueves, 14 de agosto de 2014

QUINTO PODER: La necesaria visión de la Reforma Policial

QUINTO PODER

La necesaria visión en la Reforma policial

Argentina Casanova

Cuando se habla de la reforma policial en México, se incluye la “perspectiva de género” como un eje transversal para la inclusión de las mujeres en los cuerpos policiacos y la relación con acciones de prevención, sin llegar a tener la mirada que considere y reconozca la problemática de violencia contra las mujeres en la sociedad mexicana, la gran mayoría de las veces, vinculada y ejecutada desde las propias instituciones con la omisión en la atención o con las acciones directas de agresión contra las mujeres y niñas en la sociedad mexicana. 
Foto: Cimac, César Martínez López.
Si ya de por sí la profesionalización policial es una deuda con la ciudadanía, urgente es que no se mire a las corporaciones como enemigas de la sociedad, sino como aliadas de la protección y pieza fundamental que garantice la protección de los derechos humanos, y esta visión debe estar inserta en la Reforma Policial para la seguridad ciudadana.
Hay que reconocer que la salida de elementos policiales de las instituciones o una migración hacia las actividades ilícitas, públicamente difundidas contribuyeron a deteriorar la imagen y la relación con la sociedad. Armamos, capacitamos a elementos y fuerzas que se volvieron contra la sociedad.
Los buenos policías –si los hubo, y los que hay- fueron quedando en el olvido. La imagen de un niño manifestando admiración por un policía se perdió, en su ligar creció la desconfianza y el miedo. La confianza de las mujeres también ser perdió y en su lugar quedó muchas veces el miedo.
Desde los derechos humanos, entre ellos el de la seguridad ciudadana, es impostergable cambiar las condiciones de los policías que se quedaron, emprender la reforma policial a fondo y desde una perspectiva ciudadana que garantice el pleno respeto a la ciudadanía, de mujeres y hombres, 
Una sociedad no debe tener como ideal más policías, ni más armados, ni más entrenados, una sociedad debe tener respuesta a la causa de la desigualdad social, la pobreza, la corrupción y el abuso, es el único camino a la seguridad.
Es urgente revisar en los esquemas de trabajo de la policía conceptos fundamentales en sus formas de reacción, organización y ejecución de operativos que reconozcan que nadie nace delincuente, en cambio debido a la corrupción, la impunidad, la pobreza derivada del robo y saqueo histórico a manos de servidores públicos en todo el país, la marginación se agudizó y algunas personas nacen en entornos sin oportunidades.
Junto a esto, la policía está obligada a repensar y revisar sus acciones y reconocer que actúa bajo la premisa de la criminalización de juventudes, la criminalización de la pobreza (se detiene a los que roban un kilo de frijol en el super, pero la sociedad observa que no hay justicia y se hace caso omiso de las denuncias de venta de drogas en algunas colonias en las que las células del narcotráfico opera libremente y a gran escala en las carreteras.
La peor parte es el desinterés de los jefes policiacos por los derechos humanos, especialmente de las mujeres, poca respuesta para capacitar a elementos en la preservación de las escenas de crimen, cadena de custodia y los protocolos de investigación en delitos cometidos contra las mujeres (feminicidios, violencia sexual y violencia familiar).
Sin una generalización, es inocultable el hecho que se han cometido violaciones contra mujeres y jóvenes por parte de elementos policiacos. En Campeche se han documentado casos gravísimos de violaciones tumultuarias en años anteriores y otros no denunciados por miedo de las víctimas.
En cambio, en algunas comunidades rurales las mujeres identifican como un posible aliado al policía de la comunidad en casos de requerir ayuda por violencia familiar.
Es por demás, la presencia y participación de las mujeres es fundamental en el diseño de la reforma policial, y en general de toda política pública.





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